Pero, aún estando destruida por la enfermedad, seguía con el
anhelo de encontrar tan valioso objeto. Llegamos nuevamente a Mon Ammi, pero
por desgracia el dueño no se encontraba y no podíamos recuperar nuestras
maletas. Llegamos en unas condiciones más deplorables aún de las que habíamos
salido, se notaba que el viaje, sus experiencias, circunstancias, las deshoras,
los madrugones, el dormir bien un día y regular al siguiente había mermado
nuestras fuerzas.
Preguntamos
en la recepción improvisada si había llegado un coche con nuestro objeto. Pues
las últimas noticias que teníamos era que nos lo llevarían directamente al
Hotel y a nuestra triunfante llegada de Tikal, recuperaríamos la joya de la
corona. Pero, por supuesto, todo no podía ser tan fácil. El objeto no estaba
allí, como nos confirmaba la negación pausada que se dibujaba en la cara de
Betzabel.
Y
entonces, comenzó otro ciclo de llamadas. Llamadas a Vinicio que no contestaba,
y luego intentando localizarlo en la Casa d´Acuña. No se podía poner pues
estaba en la barra, llamaría después. Pasaron un, dos tres y hasta cuatro
despueses y el teléfono no sonaba. La desesperación se respiraba en el
ambiente. Los ecos de la perdida reverberaban en nuestros oídos y se
desplazaban como ondas sísmicas por nuestras cansadas psiques hasta retornar
como torbellino en nuestros cuerpos desvalidos y mermados por el cansancio y la
enfermedad. Finalmente, volvemos a llamar. Localizamos al susodicho y nos
indica que lo dejaron en una agencia de viajes..de Flores…nosotros estabamos en
el Retame a 30 minutos en coche…..y A las 18:00 todo cierra, nadie nos lo puede
recoger, partimos mañana y el objeto quedaría abandonado y huérfano, en un lugar
y un tiempo equivocado, sin uso ni disfrute; una auténtica tragedia griega, y
drama sin fin que nublan la vista por lágrimas no derramadas y gritos de
frustración no exclamados.
Se
abrió al final del camino una luz, podrían llevar el objeto a la compañía de
transportes San Juan, que nos recogería por la mañana y nos llevaría a Belice
City, si, al final algo de suerte, si al final una posibilidad que se abre
camino entre un destino incierto. Damos las gracias a Vinicio, nos ha ayudado
en grado sumo, ha aligerado nuestra carga, puede que nuestro sueño pueda ser
reparador, es mejor irte a la cama con un gran esperanza que son un mínimo
desasosiego, esas pequeñas semillas se van haciendo grandes durante la noche y
pervierte los estados de mayor onírica felicidad.
En
la madrugada suena el despertador, unas han dormido mejor que otros, preparamos
las maletas y cargamos con ellas torpemente. Estos bultos cada vez pesan más o
nuestras fuerzas son menos.
Con
una puntualidad que sorprende en estas latitudes, y se presentó en ese momento
la gran pregunta: ¿Esta el ordenador de buceo con usted?....Si, lo tenía, reloj
lo llamó, pero igual daba como lo nominara, el objeto perdido, hizo un viaje de
ida y vuelta, movido por la energía de sus propietarios y la ayuda del camino,
cumplió una fase que rara vez se repite, volver a su origen.
Con los corazones henchidos de felicidad, emprendemos el
largo camino hacia Merchor de Melos, la Frontera, un nuevo sello en nuestro
pasaporte, un nuevo mundo que descubrir, un nuevo país. Es francamente
increíble, como en los viajes puedes tener la sensación de comienzo, de tabula
rasa, de que todo puede ser posible en el nuevo día y como en nuestra vida
diaria, somos a veces incapaces de sentirlo, tan sólo la rutina, trágico cierto aunque real como un plato de frijoles.
El
cruce de fronteras no sólo cambió el idioma sino el clima. Más calido, más
humedad. Conforme nos acercábamos a la Belice City, las cosas iban cambiando,
no os sabría decir que era, pero todo era diferente, las construcciones, como
se organizaban, el olor, la suciedad que se iba incrementando progresivamente.
El toque definitivo lo dio el cementerio que atravesamos en la misma entrada de
la ciudad, y no, no penseís que eran dos tumbas, no.. eran miles, blancas, sobre
tierra, ocupando los márgenes, las rotondas, las islas que dividían la calzada,
no sé, producía una sensación que va más allá de la extrañeza.
En
el puerto, y después de admirar el caos de la ciudad de Belize, nos toca
esperar al siguiente Water Taxi, para llegar en unos 60 minutos a Cayo Caulker.
El viaje fue tranquilo, la llegada especial, atolones de mínimas islas creadas
con el deposito de millones de conchas y su posterior conquista por manglares y
palmeras, sembrados en un mar azul y turquesa se nos presentaba como una postal
idílica. Íbamos hacia el segundo arrecife de coral más grande mundo, tras la
gran barrera de coral de Australia. Íbamos hacia unos de los espectáculos
naturales más impresionantes de la naturaleza… el Blue Hole.
parece que la cosa mejora....¿el ordenador de buceo?.....ay ahora relax, corales...Más!!! jiji aprovechen al máximo esta última etapa.Bs A+M
ResponderEliminarNo te puedo adelantr nada... Habrá que esperar a que el eacritor vaya revelando cositas... Jiji
ResponderEliminarBsss